COMUNICANDO LA FE
Nº 1. ENERO DE 2017 PASTORAL FACULTAD DE HUMANIDADES Y CC. DE LA COMUNICACIÓN
Desde el Equipo de Pastoral de nuestra Facultad comenzamos una pequeña publicación, realizada con aportes de alumnos y profesores, donde iremos transmitiendo noticias y mensajes de nuestra fe, queremos que sea un medio ágil, dinámico y donde quepan todas aquellas cuestiones que nos interesan sobre nuestra religión. Estamos abiertos a la colaboración de todos.
Iniciamos nuestro nº 1 resaltando algunas de las partes más relevantes del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2017
La no violencia: estilo de una política para la paz
Deseo la paz a cada hombre, mujer, niño y niña, a la vez que rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad. Especialmente en las situaciones de conflicto, respetemos su «dignidad más profunda» y hagamos de la no violencia activa nuestro estilo de vida.
Un mundo fragmentado. El siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes. […]
que provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. Responder con violencia a la violencia lleva a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, pues las grandes cantidades de recursos destinados a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos... En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos.
La Buena Noticia
También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21). Cristo ofrece una respuesta radicalmente positiva: Él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5,39).
Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (Ef 2,14-16).
Precisamente, el evangelio del amad a vuestros enemigos (Lc 6,27) es considerado como «la carta magna de la no violencia cristiana», que no se debe entender como un «rendirse ante el mal, sino en responder al mal con el bien (Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia».
Más fuerte que la violencia.
Muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Porque la fuerza de las armas es engañosa. La Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz. La violencia es una profanación del nombre de Dios.
La raíz doméstica de una política no violenta. Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón.
Mi llamamiento
La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales […]. Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz […] Las ocho bienaventuranzas (Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús— los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.
Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades.
En conclusión.
En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz».
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